LONDRES.- David Machin, de 40 años, y Amanda Holt, de 37, no se habían visto nunca antes de embarcar en Dallas en un avión con destino a Manchester. Diez horas después, tras protagonizar una exhibición de ardor sexual que dejó pasmados tanto a sus vecinos de asiento como a la tripulación del vuelo de American Airlines, compartían el problema de tener que explicar el incidente a la policía y a sus respectivos cónyuges.
La pareja de ejecutivos británicos, que viajaba en primera clase, empezó a desinhibirse tras consumir gratis cierto número de bebidas alcohólicas. Al parecer, intentaron ocultarse bajo una manta, pero eso no impidió que varias personas asistieran al strip-tease de Holt y a sus manipulaciones de los genitales de Machin.
Tal fue su arrebato a más de 4.000 pies de altitud que cuando una azafata les suplicó que dieran por finalizado el espectáculo, Holt la mandó a paseo. Así las cosas, el piloto optó por dejarse de contemplaciones y llamar por radio al aeropuerto para denunciarles por embriaguez y conducta indecente.
Nada más desembarcar en Manchester a las 8 de la mañana del sábado pasado, los amantes fueron detenidos y conducidos a sendas celdas para ser interrogados. Después se les permitió regresar a sus respectivos domicilios, donde a él le esperaban una esposa y tres hijos, y a ella, recién casada, su marido.
Para colmo de la ignominia, a Machin le aguardaban también varios reporteros, entre ellos uno del diario sensacionalista The Sun, que habían sido alertados de su «cana al aire». Como es comprensible, el hombre se negó a hacer declaración alguna antes de haber informado a su mujer del incidente.
Una vecina de Holt, sin embargo, no tuvo reparo en compartir con los periodistas su asombro por lo ocurrido: «Es una chica muy ocupada. Lleva poco tiempo casada, pero ella y su marido siempre han parecido una pareja muy discreta».
Los dos ejecutivos se encuentran en libertad condicional hasta el próximo 1 de noviembre, fecha en que deberán comparecer ante un magistrado. La policía les acusa también de haber infringido la nueva regulación anti-gamberrismo aéreo, que engloba cualquier conducta que pueda constituir acoso o causar alarma o ansiedad a la tripulación y a los demás pasajeros de un vuelo.
No se sabe si Machin y Holt le echarán la culpa al alcohol o al aburrimiento, pero el caso es que él, empleado de la compañía Hallmark, ya ha empezado a pagar por su momento de pasión de altos vuelos. La empresa de tarjetas de felicitación ha decidido suspenderle de empleo hasta que el juez se pronuncie sobre el caso. «No podemos tolerar que ninguno de nuestros empleados cause ansiedad en un vuelo», ha explicado un portavoz.
CRISTINA FRADE (Corresponsal) Publicada el 5 de octubre de 1999
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